
Es probablemente que provenga de un viejo estudio militar en el que los científicos pusieron a varios individuos trajes de supervivencia ártica (pero sin gorros) y midieron su pérdida de calor corporal en temperaturas extremadamente frías.
Al no cubrirles la cabeza se llegó a la conclusión errónea de que los seres humanos empezamos a congelarnos por arriba, sin embargo los estudio posteriores derrumban esta teoría y sostienen que la cabeza no tiene nada de especial frente al frío.
Sin embargo lo que si recomiendan los investigadores es que los padres deben cubrir apropiadamente a los niños en tiempo de frío.
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